MISA UCRANIANA
Lunes 11 de abril de 2022
Hace un par de semanas, un sábado por la tarde, fui a una misa en una iglesia católica ucraniana. Fue en una pequeña iglesia, en la avenida 57 del noroeste de Miami, muy cerca de la calle Flagler. Se llama la Iglesia Católica Ucraniana de la Santísima Virgen María.
Había pasado muchas veces en mi carro frente a esa iglesia. Siempre me llamó la atención su inusual arquitectura, con una fachada pintada de color crema y azul celeste, unas cúpulas doradas sobre las cuales hay cruces, unas ventanas de forma oval de distintos tamaños y una ancha puerta de madera oscura.

Pero, más allá de pensar que es una edificación de una sencilla pero indiscutible belleza estética bastante distinta al resto de lo que para mi es un muy atractivo y variado panorama urbano miamense, nunca sentí suficiente curiosidad para averiguar más del lugar. Y así fue hasta un día en que vi dos banderas frente a la iglesia, la estadounidense y la ucraniana, poco después de que se iniciara la invasión rusa a Ucrania.
Me puse a averiguar sobre la religión en Ucrania. Lei que a pesar de la persecución religiosa que hubo durante los años en que su país fue parte de la Unión Soviética, hay encuestas que arrojan que más del 75 por ciento de los ucranianos cree en Dios. La inmensa mayoría de los creyentes ucranianos son cristianos.
Hubo un tiempo en que la población judía ucraniana, aunque perseguida en tiempos de los zares y la época soviética, fue una de las más grandes e importantes en el mundo. Allí en Ucrania nacieron algunas de las vertientes y tradiciones más importantes del judaísmo. Por ejemplo, el movimiento jasídico es de origen ucraniano.
Esa población judía fue diezmada por los nazis durante su ocupación en la Segunda Guerra Mundial. Leí que los nazis asesinaron a más de un millón 500 judíos ucranianos. Uno de cada cuatro judíos que murieron en el Holocausto eran ucranianos.

Luego, cuando colapsó la Unión Soviética, miles de judíos ucranianos emigraron a Israel y a otros países. Hoy día solo quedan varios cientos de miles de judíos en Ucrania, entre ellos el presidente Volodímir Zelenski, que perdió a varios antepasados en el Holocausto y que es hijo de un soldado que peleó contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Es especialmente cínica y vil la mentira del dictador ruso Putin de que Rusia invadió a Ucrania para ´´liberarla´´ de un gobierno nazi, cuando el presidente ucraniano es un judío con un historial familiar de sufrimiento y lucha contra los nazis y llevado al poder por un electorado mayoritariamente cristiano.
Hoy día, el 90 por ciento de los ucranianos religiosamente activos son cristianos ortodoxos. La Iglesia Católica Ucraniana viene siendo entonces minoritaria entre la comunidad cristiana de Ucrania.
La Iglesia Católica Ucraniana, también conocida como Iglesia Católica Greco Ucraniana, es una de las 24 iglesias autónomas de la comunidad católica, una occidental - la romana, con el rito latino- y 23 orientales, con el rito bizantino.
Entre las 23 iglesias católicas del rito bizantino, la Iglesia Católica Ucraniana es la más grande. Tiene unos tres millones 500 mil fieles dentro de Ucrania y unos seis millones 500 mil fuera de Ucrania, entre ellos unos 50 mil aquí en Estados Unidos.
No sé cuantos católicos ucranianos viven en el sur de Florida. Pero la Iglesia Católica Ucraniana de la Santísima Virgen María de Miami fue fundada en 1953 y su feligresía incluye a católicos ucranianos de los condados Miami Dade y Broward y los cayos floridanos.

Hace días, uno de mis hijos llamó a la iglesia. Le informaron que se celebraba una misa en inglés los sábados a las cuatro de la tarde. Decidimos ir, por solidaridad con el pueblo ucraniano en este momento tan difícil que vive y para orar por el fin de la guerra desatada por Putin.
Arribamos temprano a la iglesia. El pastor, el padre Andrii Romankiv, se preparaba para la misa. Le pedí permiso para tomar algunas fotos antes de la misa. Me impresionó mucho la belleza del altar, los vitrales, la iconografía. Si bien es hermosa esta iglesia por fuera, el interior es deslumbrante.

Hubo poca asistencia a la misa, que en realidad no fue toda en inglés. Uno de los feligreses me dijo que la iglesia se llena en las dos misas del domingo, que son el idioma ucraniano.
Los feligreses, de una amabilidad extraordinaria, nos ayudaron a seguir el majestuoso rito bizantino. Yo no lo entendí todo, pero verdaderamente me sentí en comunión con aquellas personas.

Oré por los ucranianos, por los rusos, por los muertos y quienes les sobreviven, y por la paz, una paz que sentí interiormente estando allí.
Al concluir la misa, los feligreses nos dieron las gracias por nuestra presencia. El lunes, dos días después, llamó a mi casa el padre Romankiv, para decirnos que siempre seríamos bienvenidos en su iglesia.
Es muy posible que regresaré en los próximos días. Estoy bautizado como católico romano, pero no soy especialmente religioso, aunque sí muy respetuoso de las religiones. Y en Cuaresma, en Semana Santa, quizás por tradición familiar, tal vez por mi manera de interpretar la fe, me siento convocado a la reflexión.
Pienso mucho en esta guerra en Ucrania.
Me hiere.
Me duele.
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