EL ''PROFESOR'' TENIA UNA MANERA PINTORESCA DE ENSEÑAR
Updated: Jul 8, 2020
El profesor BL había sido uno de los mas conocidos periodistas de Estados Unidos especializados en el tema de viajes y turismo. Fue "Travel Editor" de un importante diario de Nueva York y publicó varios libros antes de incursionar en el mundo de la academia. Una vez dijo algo en clase que muchos creyeron era un chiste, pero que él insistió era totalmente serio. Dijo que el mejor periodista que puede existir es un niño preguntón de cuatro o cinco años, el niño ese que acribilla a sus padres con todo tipo de preguntas, un niño que si su mamá está embarazada le hace preguntas como estas: "Mamá, tú dices que la cigüeña me va a traer un hermanito. ¿Y por qué es una cigüeña, porque no es un águila o una cotorra o un venado.? Y mamá, tú dices que la cigüeña va a traer al hermanito de París. ¿Eso quiere decir que mi hermanito no va a hablar inglés? Mamá, ¿voy a tener un hermanito francés?'' Y así sucesivamente.

El profesor BL dijo que no se puede ser un buen periodista sin tener la curiosidad de un niño preguntón y juró que él le había hecho precisamente esas preguntas a su mamá cuando era pequeño. Insistió en que no era un invento suyo. Y recalcó el profesor BL que en eso de cuestionar, no se puede partir desde la ira y el ego. ''Hay que cuestionar, investigar, pero hay que tener claro que es con el propósito de buscar y revelar la verdad, '' dijo en su manera teatral y continuó, ''Cuando el niño cuestiona a su mamá sobre el hermanito que está en camino, no lo hace con malas intenciones, es que de verdad quiere saber más sobre la cigüeña y el bulto que traerá de París. Y es verdad que el niño no está tratando de sacarle a su mamá una verdad que ella quiera ocultar. Pero el periodista no debe convertirse en un actor en busca de protagonismo cuando investiga, o simplemente cuando pregunta.''
Y por supuesto que no todo el mundo en aquella clase entendió lo que el profesor BL intentaba comunicarnos. Hubo quienes después, cuando salieron del aula, decían que era una ridiculez comparar las preguntas de un niño a su mamá con el periodismo. Decían algunos que parecía que el profesor se burlaba de nosotros y nos hacía perder el tiempo. Pero yo no. Yo le prestaba mucha atención a todo lo que decía el profesor BL. Y pienso que a mi me ha ayudado mucho sobrevivir como periodista tener una curiosidad insaciable y además porque lo cuestiono todo, sin creerme que soy un policía interrogando a un sospechoso de ser un asesino en serie. Hablaba mucho el profesor BL de que una entrevista no es un interrogatorio y que hacer una pregunta en una rueda de prensa en tono excesivamente agresivo raya en la egolatría.
Por cierto, estoy usando solo las iniciales de aquel profesor porque él decía que, a pesar de que ganó mucho prestigio y dinero como periodista, en realidad no le gustaba la fama. Decía que le molestaba que desconocidos tratarán de entablar conversaciones con él cuando reconocían su nombre. Para él, su privacidad era sagrada y consideraba que ser conocido era una suerte de sacrificio que tenía que hacer para trabajar en una profesión que le permitía dar rienda suelta a tres pasiones suyas, estar informado, escribir y viajar. Estaba dispuesto el profesor BL a que se conociera su nombre y apellido, pero que no le gustaba que le sacaran fotos y aseguraba que jamás hubiera trabajado en la televisión. Tenía muy mala opinión el profesor BL de los periodistas de televisión a los cuales consideraba ''frustrados aspirantes a estrellato de Hollywood.'' Eso quizás suena raro hoy en día, en que se hace tan buen periodismo de televisión, pero para bien o mal en aquellos tiempos ese era un concepto que tenían muchos periodistas de la prensa plana y hasta de la radio. Veían el periodismo de televisión como algo frívolo. En el caso del profesor BL, él no desaprovechaba ninguna oportunidad para expresar su esnobismo, su desprecio casi, por el periodismo de televisión. Y si alguien le señalaba que en la televisión había grandes periodistas como Edward R. Murrow y Walter Cronkite, el profesor BL decía que esas eran excepciones y que de todas formas lo que sabían de periodismo lo habían aprendido trabajando en diarios, revistas, agencias de prensa o la radio y lo habían llevado a la televisión. Insistía el profesor BL en que no se puede dar una noticia importante y compleja en un reportaje de un minuto treinta segundos, que es el tiempo que dura un típico reportaje de televisión. Decía burlonamente que los periodistas de televisión de aquel tiempo se preocupaban más por salir en pantalla bien peinados y con la corbata bien anudada que por hacer buen periodismo.
Yo, por supuesto, pienso que el profesor BL estaba equivocado en su criterio tan cruel sobre el periodismo de la televisión. ¿Y qué otra cosa voy a pensar, si casi toda mi carrera la he hecho precisamente en televisión? Pienso que Barney, - ay, casi revelo el nombre completo- era un periodista de su época, de un tiempo muy lejano, y no entendía del todo el fenómeno del periodismo de televisión. El profesor BL se inició como periodista en 1943, como corresponsal de guerra para una publicación de las fuerzas armadas. Luego, después de terminada la Segunda Guerra Mundial, cubrió política e hizo periodismo de investigación antes de comenzar a escribir sobre viajes y turismo - una nueva especialidad del periodismo de entonces en la que brilló- publicó seis libros, y terminó como profesor. Nos decía que en todo lo que hizo como periodista y escritor, para él fue fundamental aquello de la curiosidad de un niño preguntón.
Muchos años después de haber estudiado con el profesor BL yo trabajaba de reportero de televisión en un canal local afiliado a la cadena Nbc y me lo encontré en un restaurante. Como siempre, fue muy cariñoso conmigo. Le pregunté si aún tenía tan pésima opinión del periodismo de televisión, que era como yo me estaba ganando la vida. Se río y me dijo que yo era una excepción, pero que eso se debía a que había sido su alumno. Fue la última vez que lo vi. Yo pienso que BL, que era muy generoso con sus elogios a sus ex alumnos, exageró demasiado en mi caso. Pero la verdad es que aprendí mucho de BL, sobre todo muchas cosas que no se publican en libros de texto, como aquello de que un periodista debe tener la curiosidad de un niño y debe de cuestionarlo todo, pero nunca desde la ira ni el afán de protagonismo.
El profesor BL murió a los 90 años. Estoy seguro que nunca dejó de alimentar su curiosidad de niño preguntón y que leyó y escribió hasta el último día de su vida. Esa era otra cosa en que nos insistía, en que para ser buen periodista hay que leer y escribir todos los días, aunque sea escribir un diario y leer los clasificados de un periódico. Yo siempre he tratado de hacerlo.